Fui a la Ciudad de México hace dos años y caminé por Tlalpan y Romero. Vi algunas chicas pero ninguna súper atractiva. Quería probar a Tyra, que es negra. Ella era terrible. No revelaba nada de sí misma y cada prenda costaba otros 200 pesos. Me rendí después de hacer que se quitara los pantalones. Decidí que nunca recogería a una chica de la calle, a menos que ella misma sea súper divertida y agresiva.